jueves, 1 de enero de 2009

EL BOLLO DE LA PRIMER HOJA

Se sacude uno antes del agua, esa bendita que se esparce a la mañana por el cuerpo. Son tibias las duchas personales que recorren cada músculo mientras la cabeza con los ojos cerrados deja, tan blandamente deja, que el agua recorra sin dejar un espacio sin mojar. Sin dar besos pequeños a todo el cuerpo que lo espera.
Las gotas esperan que nadie interrumpa, que nada interrumpa, ni el más mínimo apuro golpea la puerta. Duermen todos los que viven aquí.
Después de esta ceremoniosa lluvia personal, aunque sea el primer dia del año que empieza tengo que sentarme a escribir.
Ojalá la primer hoja no la convierta en bollo. Son demasiadas las ideas y pocas las puertas de salida.
Sola se escribe, sola se está. Sola con un montón de libros que me hablan al mismo tiempo, algunos preferidos con susurros pretenden atraparme primero. Hablan tan suave que se los oye primero. Sola se escribe, sola se está.
Y sola me vuelvo feliz cuándo empiezo a buscar letras en mi memoria.
Que quiero decir lo sé. Tal vez tarde un poco en contártelo. Estoy sola en esto y debo trabajar de a dos. La que escribe y la que corrige. Es un año nuevo, no creo que hoy me cambie nada. Yo no he cambiado de ayer a hoy todavía.